Se trata de una técnica que comenzó en un balneario de Manchester, Inglaterra, pero que ha ido ganando popularidad por toda Europa, y consiste en congelar por un tiempo determinado los genitales de su pareja.
Para lograrlo, se usa un tanque de nitrógeno líquido, que hace que la piel sienta una sensación de congelación. Esto produce un aumento de endorfinas y el deseo sexual.
«El cuerpo envía señales al cerebro. Mensajes que dicen que si los tejidos están dañados, hay que repararlos», explicaron los expertos.
«El aumento del nivel de endorfinas genera que la zona genital esté más juvenil, clara y con mejor aspecto gracias al colágeno». Además, sostienen que la zona recibe un mayor flujo sanguíneo lo que permite un mayor grado de placer y excitación.
Según los mismos especialistas, esta práctica no es dañina para la salud y tiene una duración de 30 minutos aproximadamente.
Con información de TheSun